Ayer fui a ver a Whitesnake. No iba muy convencido por varios motivos: era jueves, los últimos discos del David y cia me parecen un rollo (el último, nefasto), de las formaciones buenas solo queda el David, el nuevo sonido no me mola, rumores de voces pregrabadas... Pero por otro lado, llevaba una buena racha de buenos conciertos de grupos “clásicos” como Megadeth, The Cult, Glenn Hughes, Sex Pistols, y por otro lado, Whitesnake siempre ha sido uno de mis grupos favoritos de los 80 desde que Chito me descubrió el maravilloso Saints And Sinners.
Pues para la Sala la Riviera que me fui solo. Llegué con los teloneros a punto de acabar pero lo suficientemente pronto para que los graves de su actuación me dejasen medio sordo. Todo vendido, gente carroza y no tan carroza, máxima expectación, y casi puntuales ¡empezaron los Whitesnake!. La primera impresión no fue muy buena: el sonido era muy malo, el David ponía unos jetos bastante forzados y la canción de arranque era un espanto del último disco. Enseguida empecé a notar algo raro en la voz, algo no me encajaba, para mí que aquello era un playback bien camuflado, uy uy uy…
Esperaba que con las canciones clásicas me empezase a emocionar un poco pero nanai: aquello seguía sonando fatal, el David no me hacía ninguna gracia, se le veía forzadísimo (debería de tomar nota de Johnny Rotten en su última gira, ese sí que supo mezclar bien payasadas y buen show). El colmo fue el momento de duelo de guitarras que no venía a cuento salvo para alargar el concierto sin que el viejo David se esforzase. Pura rapidez sin feeling que acabó con mi paciencia. Porque sí, cuando el concierto llevaba una hora hice algo que no había hecho nunca antes en un concierto: me piré a casita para dejar de sufrir. (En realidad ya lo había hecho antes, hace meses con los Artic Monkeys aguanté solo 4 canciones, pero entonces no pagué entrada).
¿Estaré viejo? Lo mismo, pero paso de que me tomen demasiado el pelo.
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